Cien días de Trump que han puesto el mundo patas arriba

El balance de este corto periodo de tiempo no puede ser más negativo. Para el mundo y para EEUU.
Se acaban de cumplir cien días desde que Donald Trump volvió a la Casa Blanca a cumplir su segundo mandato como presidente de los Estados Unidos. Tres meses largos en los que ha puesto el mundo patas arriba, rompiendo las relaciones internacionales, las leyes de libre comercio y la propia legalidad. El planeta es hoy mucho más inseguro e incierto, mientras la economía global está en riesgo de recesión. La pregunta que se hacen muchos historiadores es si su legado vendrá acompañado del principio del fin del imperio norteamericano.
El balance de este corto periodo de tiempo no puede ser más negativo. Para el mundo y para EEUU. Los más de 70 millones de ciudadanos que le llevaron a la Presidencia están sufriendo en sus propias carnes los efectos de sus disparates y ocurrencias y, probablemente, muchos de ellos se estén arrepintiendo de haberle otorgado su voto. De hecho, los índices de aprobación de Trump se sitúan ligeramente por encima del 40%, una cota bajísima que no había alcanzado ningún presidente en tan poco tiempo. Aunque sigue pensando que lo está haciendo muy bien.
Los datos económicos confirman el desastre de sus decisiones. Sin ir más lejos, la economía norteamericana se ha puesto en números rojos durante el primer trimestre de 2025 y corre el riesgo de recesión si no corrige el rumbo de aquí al verano. El índice de confianza del consumidor está por debajo del 60%, veinte puntos inferior de cuando llegó al poder. Los resultados de las empresas industriales, a las que pretendía ayudar, han caído, mientras el dólar sigue a la baja y, lo que es peor, el mercado de bonos muestra signos muy peligrosos.
Todos los balances realizados por la prensa internacional en los últimos días destacan estos y otros datos negativos y hacen hincapié en la incertidumbre que han generado sus decisiones, sus idas y venidas y sus ataques injustificados hasta a sus socios históricos. Han sido 100 días de venganza y amenazas consumadas, y de marcha atrás en algunas decisiones estrambóticas. El dinero y los negocios exigen certezas y Trump ha ofrecido todo lo contrario.
Lo que él bautizó como "el día de la liberación" marcó un antes y un después en su mandato. La entrada en vigor de aranceles a todos los países del mundo (algunos que ni siquiera tienen comercio exterior) y su puesta en escena en los jardines de la Casa Blanca, fue el inicio de una crisis económica y financiera de tal magnitud, que se vio obligado a recular, a dar una tregua de tres meses y a sentarse a negociar con todos los países afectados. Pero el mal ya estaba hecho y hasta la media docena de los empresarios más ricos de Estados Unidos y del mundo, que le habían apoyado para recuperar el poder, sufrieron en sus propias carnes el desplome de sus acciones en Bolsa. Habrá que ver en qué queda al final su bravuconada de los aranceles.
Warren Buffett, el todopoderoso empresario e inversor norteamericano, criticó duramente al líder republicano el sábado en su despedida como presidente de la firma Berkshire Hathaway, en Omaha, Nebraska, y advirtió de los riesgos de sus actuaciones. "El comercio puede ser un acto de guerra", afirmó en su defensa de la economía de mercado y del libre comercio que ha hecho grande a su país.
Pero lo peor no son solo los efectos económicos de sus decisiones, sino el riesgo de derrumbe institucional en su país y la ruptura de unas organizaciones multilaterales creadas tras la Segunda Mundial y las propias relaciones internacionales. En su obsesión por pasar a la historia como el presidente que devolvió la grandeza a Estados Unidos y por aislar a China, no ha dudado en atacar a sus socios históricos, especialmente a la Unión Europea, de la que ha llegado a decir que "nació para fastidiarnos".
Con más de 100 órdenes ejecutivas firmadas (una media de una diaria) y presentadas con un estilo circense indigno de un presidente de Estados Unidos, Donald Trump está haciendo tambalear la arquitectura institucional del país. Con su estilo populista y autoritario, no duda en atacar e insultar al resto de los poderes de la nación, como la Justicia y la propia Reserva Federal, que deben actuar como controles y contrapesos del poder ejecutivo. Hasta sus colegas republicanos en el Senado y en la Cámara de Representantes empiezan a llevarse las manos a la cabeza ante la deriva autoritaria de su líder.
¿Hasta dónde llegará el presidente? ¿Habrá alguien capaz de frenar su delirio? Por el momento, sigue actuando a espaldas de la lógica democrática. Lo que sí ha rectificado es su amenaza de presentarse a un tercer mandato, infringiendo la propia Constitución norteamericana. Pero el resto de sus discutidas actuaciones siguen vigentes, pese a que el Tribunal Supremo le haya leído la cartilla respecto a la expulsión de inmigrantes ilegales.
El periodista Jorge Ramos, emigrante mexicano afincado en Miami y que durante 38 años dirigió y presentó el telediario nocturno de Univisión con millones de espectadores en Estados Unidos, explicaba ayer en una entrevista el mal que está haciendo Trump a su país. El presidente le ha negado siempre una entrevista y Ramos explica qué tres preguntas le haría hoy: "¿Por qué no reconoció su derrota en 2020?; ¿Por qué su rechazo tan duro a millones de emigrantes cuando en su familia hubo tanto?; y ¿Por qué miente tanto?, porque no estamos hablando de dos mentiras, sino de miles". Poco más que añadir.
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