El paraíso del cable robado

Los ladrones de cables de cobre, que en Catalunya ya forman parte del patrimonio de impunidades delictivas del país, han actuado en Toledo. Han provocado la indignación de los usuarios damnificados, que, aquí, ya hemos asimilado como una seña de identidad ferroviaria. Como gran respuesta política, el ministro Óscar Puente no ha podido resistirse al reflejo incontinente de (pausa dramática) hacer un tuit.
Se inaugura la Semana del Cónclave en todos los medios de comunicación. En El suplement (Catalunya Ràdio), el politólogo Toni Rodon nos recuerda que el Vaticano es un microestado con un sistema político peculiar: monarquía absoluta teocrática y electiva. En este caso la elección no depende de un sufragio igualitario sino de un selectorado compuesto por cardenales de indumentaria opinable. Voltaire, librepensador cuando serlo comportaba riesgos, ya nos previno sobre una verdad que los tertulianos deberían tener en cuenta: “Un gobierno teocrático solo puede fundamentarse en milagros”.
Para opinar sobre el Vaticano, hay quien cree que basta con haber visto CónclavePreparémonos para un milagro cacofónico globalizado, con todas las instrucciones sobre los protocolos de esta elección, desde los vaticinios de las casas de apuestas hasta la composición, tóxicas o sostenibles, de las fumatas. El recurso narrativo más habitual: repetir que “empieza la cuenta atrás”. Es un recurso que permite instaurar el género de la previa sine die hasta llegar al desenlace. En el fragor de esta conversación pública, se aprecia un fenómeno que contrasta con la conveniencia de un mínimo rigor: que para opinar sobre la trascendencia de la elección del nuevo papa alguien crea que basta haber visto la película Cónclave .

Un fotograma de la película 'Cónclave'
LVLa película está marcada por la prohibición –pecado mortal, excomunión inmediata– de contar el final. El cónclave de verdad, en cambio, espolea la investigación febril para averiguar cuál será el desenlace de la elección. Afortunadamente, el periodismo anunciará el nombre del cardenal elegido sin preocuparse en absoluto por el sectarismo tiquismiquis de los inquisidores antispoiler. De hecho, una de las garantías del buen periodismo es, siempre que sea posible, hacer spoilers.
La imagen del presidente Donald Trump disfrazado de Papa marca el advenimiento de la confusión entre la inteligencia artificial y una realidad cada vez más disparatada. Cuando la Casa Blanca juega a convertir un artificio de ficción en objeto de comunicación, la lógica del espectáculo se impone a la necesidad de cierto consenso sobre la verdad.
Lee tambiénEl domingo, en horario de máxima audiencia, el filósofo Bernard-Henri Lévy es entrevistado por la televisión francesa BFMTV, donde despliega un catálogo previsible, y algo flácido, de adhesiones y repulsas. Adhesiones: a la causa de Zelenski. Repulsas: a Hamas y a los excesos de Putin, Trump, Xi Jinping, Erdogan y Kim Jong Un, a los que define como miembros de “la Internacional de los Matones”.
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