El que trepa montañas, el de vagones históricos y el ferrocarril a vapor más largo y alto: 6 viajes en tren espectaculares de Norteamérica

En los siglos XIX y XX, el ferrocarril revolucionó el transporte en Norteamérica, acelerando de forma permanente el ritmo de los viajes por el continente. Actualmente, muchas de esas vías de ferrocarril albergan un surtido de trenes históricos de excursión, que invitan a los viajeros a reducir la velocidad y disfrutar de un gran día.
Los trenes que se muestran a continuación son destinos en sí mismos, ya que ofrecen una mezcla de vistas espectaculares, cenas a bordo y vagones de observación gloriosos al aire libre.
Atraviesan desiertos, montañas, bosques y cañones, tirados por motores diésel y de vapor, y llegan a lugares de la naturaleza a los que sólo se puede acceder por ferrocarril.
Son lecciones rodantes de geología y ecología, por no hablar de historia. La mayoría son accesibles, ninguno cuesta más de 150 dólares, y cada uno ofrece una ventana a la belleza diversa de este continente.
Una de las rutas en tren más pintorescas de Canadá comienza en la ciudad de Sault Ste. Marie, justo al otro lado de la frontera entre Michigan y Ontario.
El tren sale a las 8 de la mañana y recorre 170 kilómetros durante cuatro horas. Foto Shutterstock
Concebida inicialmente para transportar madera y mineral de hierro de la zona, la antigua Algoma Central Railway atraviesa el Cañón de Agawa, de 1.200 millones de años de antigüedad, en una ruta tan pintoresca que lleva décadas ofreciendo algún tipo de servicio de pasajeros enfocado al ocio.
En la actualidad, se trata del tren turístico del cañón de Agawa, que ofrece excursiones de un día entero en las que los viajeros tienen tiempo de sobra para disfrutar del paisaje tanto a bordo como a pie.
El tren sale a las 8 de la mañana y recorre 170 kilómetros durante cuatro horas a través de los parajes salvajes del Escudo Canadiense, con comentarios pregrabados a bordo que destacan los puntos de interés del trayecto.
En el kilómetro 153, el tren desciende 152 metros hasta el fondo del cañón (accesible sólo por ferrocarril), donde los pasajeros pueden desembarcar durante 90 minutos para explorar los senderos, el mirador panorámico y las cascadas del Parque del Cañón de Agawa antes del viaje de regreso a casa.
El tren funciona de viernes a lunes en agosto, cuando los boletos cuestan 150 dólares canadienses (unos 104 dólares), y a diario durante la temporada alta de follaje (166 dólares). Se puede encargar comida por adelantado, traer la suya o subir al nuevo "vagón teatro" Stone Gardner, con sus reposeras giratorias y una ventana trasera gigante (500 dólares, incluido desayuno, comida y bebidas).
También se ofrecen recorridos culturales por el cañón guiados por indígenas, además de salidas especiales en tren con guías a bordo tanto del Canadian Bushplane Heritage Center como del Entomica Insectarium, posiblemente el único recorrido en tren del mundo con temática de aviación y entomología.
En 1885 se construyó el California Western Railroad para ayudar a extraer madera de los bosques del condado de Mendocino, en el norte de California. Siglo y medio después, el ferrocarril es una forma accesible y panorámica de contemplar las secuoyas centenarias que quedan en la región, los seres vivos más altos del planeta.
Un recorrido que permite observar secuoyas centenarias. Foto Shutterstock
El Skunk Train (o tren Zorrillo, apodado así por los vagones de gas que adoptó en la década del '20), transporta a los visitantes en vagones de pasajeros antiguos (ahora libres de olores), además de un vagón de mercaderías al aire libre, a lo largo de dos rutas panorámicas por la región de las secuoyas, una desde cada extremo de la línea.
Desde Willits, la excursión Wolf Tree Turn ofrece un viaje de ida y vuelta de 24 kilómetros y dos horas por el cañón del río Noyo, repleto de secuoyas de 1.500 años; a mitad de camino, los viajeros pueden bajarse y maravillarse ante el árbol lobo del mismo nombre de la ruta, uno de los más grandes y antiguos del bosque (boletos desde $ 65, de marzo a diciembre, con trenes que circulan de cuatro a cinco veces por semana durante el verano y el otoño).
En el otro extremo de la línea, Pudding Creek Express discurre paralelo a un estuario en su recorrido de 5 km desde Fort Bragg hasta Glen Blair Junction, un claro junto a las vías en un bosque de secuoyas.
El viaje de vuelta es flexible: tome el mismo tren de vuelta tras un rápido estiramiento de las piernas (un viaje de ida y vuelta de 1,5 horas), tome un tren más tarde o haga el trayecto de vuelta a pie por un camino de grava (también hay visitas guiadas a pie y excursiones en bicicleta sobre vías disponibles).
Los viajes se realizan durante todo el año (a partir de $50) con horarios variados, y a veces son tirados por la Súper Skunk, una locomotora de vapor Baldwin restaurada. Algunas noches de fin de semana, el Junction se convierte en el Glen Blair Bar, un bar escondido entre secuoyas con música en directo, juegos y malvaviscos, al que sólo se puede llegar en el tren Zorrillo.
Virginia Occidental es un hervidero de ferrocarriles históricos.
Uno de sus pilares es el Potomac Eagle Scenic Railroad, que lleva a los visitantes al Trough, un cañón en lo más profundo del bosque de los Apalaches al que sólo se puede acceder en tren o a pie.
La ruta tiene un gran valor paisajístico e histórico: George Washington dio nombre al cañón durante su expedición topográfica de 1748, y sus escarpadas crestas son un hábitat de anidamiento para las águilas calvas, que los guías a bordo ayudan a los viajeros a avistar desde el tren.
El recorrido habitual del Potomac Eagle es de ida y vuelta de 52 kilómetros desde la ciudad de Romney hasta el Trough, con un pintoresco cruce por un puente. Los pasajeros permanecen a bordo del tren, cuyas cinco clases de servicio van desde los asientos en banco y el almuerzo hasta cuatro niveles de restaurantes a bordo, cada uno con su propia cafetería de época.
Dos vagones de observación al aire libre completan el conjunto de trenes, tirados regularmente por un diésel restaurado de los años '50 con los colores de Baltimore y Ohio, el antiguo operador del ferrocarril.
Además del viaje estándar Trough de tres horas (boletos de adulto a partir de $74, de abril a noviembre), más los viajes Sunset Trough en determinadas noches de verano, el Potomac Eagle realiza ocasionalmente excursiones de todo el día a Petersburg, donde los pasajeros pueden unirse a una excursión a las cavernas cercanas Smoke Hole, cubiertas de estalactitas.
El tren de pasajeros vive un gran momento en México, con el nuevo Tren Maya en Yucatán y el Tren Interoceánico de costa a costa, que puso en marcha un plan ambicioso para revitalizar el ferrocarril interurbano en todo el país.
El Chepe se eleva desde el nivel del mar hasta una altura máxima de 2.000 metros. Foto Shutterstock
Pero si lo que busca es una excursión turística en tren por México, tome El Chepe, más conocido como el tren de las Barrancas del Cobre.
La línea de las Barrancas del Cobre, de 585 kilómetros, se inauguró en 1961 tras 60 años de construcción, uniendo la desértica ciudad de Chihuahua con Los Mochis, en la costa, y atravesando un sistema de cañones más grande y profundo que el Gran Cañón.
El ferrocarril es una maravilla de la ingeniería, ya que se eleva desde el nivel del mar hasta una altura máxima de 2.000 metros; en uno de sus 86 túneles, las vías descienden 30 metros mientras dan un giro de 180 grados dentro de las paredes del cañón.
Hasta hace poco, El Chepe (abreviatura de Chihuahua al Pacífico), era uno de los pocos trenes de pasajeros de México, y un tren regular sin lujos -El Chepe Regional- todavía recorre toda la longitud de la línea.
Desde 2018, se le unió El Chepe Express, un tren turístico de lujo con un vagón bar con ventanas panorámicas (la primera clase tiene un bar con terraza al aire libre y acceso preferente al vagón restaurante abovedado), que circula entre Los Mochis y la ciudad montañosa de Creel.
El viaje completo de ida, de nueve horas de duración, cuesta a partir de 2.900 pesos, unos 143 dólares (la primera clase cuesta 5.400 pesos mexicanos), aunque también se pueden reservar trayectos más cortos (e itinerarios de varias noches); El Fuerte a Creel, que incluye la mayoría de los 39 puentes de la línea, es el tramo panorámico esencial.
Construida en 1880 y declarada Monumento Histórico Nacional, esta línea de vía estrecha de 96 kilómetros -que se autoproclama como el ferrocarril de vapor "más largo y alto" de Norteamérica- discurre entre Antonito (Colorado) y Chama (Nuevo México), cruzando la frontera estatal 11 veces mientras atraviesa bosques de álamos temblones, altiplanos y cañones escarpados (los fans de Indiana Jones y la última cruzada reconocerán el Cumbres & Toltec de la escena inicial de la película).
Cumbres & Toltec Scenic Railroad corre por una línea construida en 1880. Foto Shutterstock
El tren bordea un acantilado escarpado mientras recorre los dos puntos más altos de la línea, bordeando el desfiladero tolteca de 243 metros y zigzagueando por el paso de Cumbres, de 3.052 metros, el paso de montaña ferroviario más alto de Estados Unidos; en los prados alpinos de la cima pueden verse ráfagas de nieve incluso en verano.
De mayo a octubre parten diversas excursiones de cada terminal, la mayoría con almuerzo en el punto intermedio; un viaje de ida por la ruta completa dura siete horas, más una hora de vuelta en bus (boletos desde $135).
Hay cuatro clases de servicio, incluido el vagón salón con paneles de caoba, pero todos los viajeros pueden disfrutar del vagón góndola al aire libre, por no mencionar la aplicación de guía histórica activada por GPS y la emoción claramente analógica de ser transportado por una de las cinco locomotoras de vapor restauradas.
P.T. Barnum lo llamó "el segundo mayor espectáculo de la Tierra" cuando se inauguró en 1869, pero el Mount Washington Cog Railway rebosa superlativos.
Un tren de cremallera. Foto Shutterstock
Es el segundo ferrocarril más escarpado del planeta, así como el primer ferrocarril de cremallera para escalar montañas del mundo, que utiliza un sistema de cremallera y piñón para ascender al pico más alto del noreste.
En su cima -una tundra subártica- se registraron fenómenos meteorológicos sin precedentes, como el mayor viento de superficie jamás observado directamente (371 kph, en 1934) y temperaturas de hasta -43 grados Celsius (antes de la sensación térmica).
Sin embargo, el Cog funciona todo el año y ofrece viajes de ida y vuelta en invierno de una hora de duración desde la estación base de Marshfield (823 metros), a medio camino de la montaña, hasta la estación de Waumbek (1.188 metros), donde se sirven bebidas calientes y hay hogueras preparadas para hacer s'mores (malvaviscos tostados).
De mayo a octubre, los trenes salen cada hora hacia la cima (1.800 metros), donde los viajeros pueden explorar la Tip Top House, el hotel original de la cima (ahora museo).
La mayoría de los viajes se realizan con locomotoras de biodiésel, pero algunos siguen subiendo la montaña con máquinas de vapor alimentadas con carbón; los boletos cuestan entre $ 52 en invierno y $ 99 en verano por un viaje de ida y vuelta de tres horas con locomotora de vapor.
Michael Harmon / The New York Times. Especial para Clarín
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