¡Tenemos al Almirante!

Gouveia e Melo está mejor preparado, desde el punto de vista logístico y electoral, de lo que se pensaba —o de lo que pensaban algunos de los otros candidatos potenciales o reales—. Se presentó con un discurso leído por teléfono, efectivo y directo, cara a cara, y con el apoyo de personalidades notables de todos los partidos.

Tenemos al Almirante. Si no comete errores estratégicos y puede resistir el escrutinio, manteniéndose alejado de las intrigas y los intercambios políticos, es el candidato ideal, independientemente de su origen. ¿Un médico deja de ser médico aunque ya no ejerza? ¿Es la “ley” diferente para los almirantes, generales y otros oficiales superiores que no están en servicio activo?

Lo peor que pueden hacer sus oponentes es invocar constantemente su condición anterior y el hecho de que es un ex militar, porque eso sólo ayuda a atraer más votantes a su lado. Gouveia e Melo no puede convertirse en el saco de boxeo de nadie, por la sencilla razón de que los votantes tienden a recompensar desproporcionadamente a quienes son atacados. Es el síndrome de protección.

Vamos a tener una elección presidencial muy reñida, y por ahora sólo conocemos a dos candidatos y la intención de voto del AD. Todo falta, pues. Pero Gouveia e Melo no vino a perder.

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