La polémica en torno a la nueva serie sobre Amanda Knox, condenada y absuelta en Italia por el asesinato de un compañero

La miniserie The Twisted Tale of Amanda Knox dramatiza el famoso error judicial que condenó —y luego absolvió— a Amanda Knox del asesinato de su compañera de habitación Meredith Kercher.

Esta serie de televisión de ocho partes sobre el caso fue anunciada el año pasado, 17 años después del asesinato de la estudiante británica de 21 años Meredith Kercher en Perugia, Italia.

Al comienzo del rodaje, Stephanie, la hermana de la víctima, dijo al periódico británico The Guardian: "Nuestra familia ha pasado por mucho y es difícil entender cuál es el propósito de esto".

El estreno de la serie La retorcida historia de Amanda Knox, este miércoles (20/08), en el servicio de streaming Hulu, en Estados Unidos, y en Disney+ en otros países, incluido Brasil, probablemente llevará a muchos espectadores a preguntarse lo mismo.

La respuesta a eso es que la serie fue concebida por Amanda Knox, la compañera de habitación estadounidense de Kercher, quien, junto con su entonces novio, Raffaele Sollecito, y el vagabundo Rudy Guede, fue inicialmente condenada por el asesinato de 2007.

Después de que Knox pasara casi cuatro años en prisión por un delito del que siempre sostuvo que era inocente, ella y Sollecito vieron revocadas sus condenas y fueron liberados en 2011, pero fueron condenados nuevamente en un nuevo juicio en 2014, antes de ser finalmente absueltos por la Corte Suprema de Italia en 2015.

Mientras tanto, Guede cumplió 13 años de una condena de 16 años y fue liberado en 2021.

Knox se enfrentó a un terrible error judicial: la Corte Suprema italiana calificó la investigación de "asombrosamente defectuosa", mientras que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 2019 ordenó a Italia pagarle 18.400 euros (unos 25.000 dólares) tras encontrar irregularidades en su interrogatorio policial.

También fue víctima de un juicio mediático. Junto con el fiscal principal del caso, Giuliano Mignini, la prensa la retrató como una "mujer promiscua" —"Foxy Knoxy", como la llamaban los tabloides.

La fiscalía argumentó inicialmente que ella orquestó la muerte de Kercher con los dos hombres como parte de una orgía ritual satánica que salió mal.

Al final, Knox y Sollecito fueron absueltos, en gran parte porque la evidencia de ADN que los vinculaba con la escena del crimen también resultó ser defectuosa.

Los retos y problemas de la serie

Desde entonces, Knox ha hablado abiertamente sobre sus experiencias en Italia y el odio y la vergüenza que sufrió en todo el mundo tras su condena injusta.

Su primer libro, Waiting to Be Heard: A Memoir , se publicó en 2013. En marzo de este año, publicó Free: My Search for Meaning.

En 2016, el documental de Netflix Amanda Knox volvió a arrojar luz sobre su caso, con extensas entrevistas.

La Retorcida Historia de Amanda Knox expone una vez más lo que sufrió. Pero después de dos memorias, un documental y varios podcasts —uno de ellos titulado Hard Knox—, es difícil comprender qué pretende aportar esta nueva producción.

En términos de tono, el drama –obra del showrunner KJ Steinberg, productor de series como This is Us y Gossip Girl– es inconsistente.

Knox, interpretada por Grace Van Patten, se muestra sorprendentemente alegre y casi cómica como una estudiante peculiar que disfruta de escenas exageradas con Kercher y luego hace comentarios inapropiados y oscuramente humorísticos sobre los eventos que se desarrollan durante la investigación y el juicio.

A veces, la narrativa resulta excesivamente romántica. La serie incluso intenta imitar a Amélie —la película que Knox y Sollecito (Giuseppe De Domenico) afirman haber visto la noche del asesinato de Kercher— con viñetas coloridas y realismo mágico, como la escena en la que un grupo de osos de peluche aplaude a Knox mientras actuaba como payaso de niño.

"El homenaje a Amélie fue una excelente manera de presentarles a los espectadores a Amanda, la persona antes de que su versión distorsionada se consolidara en la imaginación popular", dijo el showrunner Steinberg a The Seattle Times.

Los clichés también abundan: desde voces que desaparecen y regresan durante un interrogatorio policial hasta una metáfora forzada de un pájaro atrapado, incapaz de escapar.

Otro punto que incomoda de la serie es la narración irreverente en tono millennial que hace Van Patten como Knox, que recuerda a series de crímenes reales recientes, como Inventing Anna o Apple Cider Vinegar .

Al intentar imitar el estilo más “light” de estas producciones, la dramatización termina reduciendo la gravedad del caso real.

La ola de ‘reapropiación’ de narrativas

Sin embargo, después de la grave injusticia de ser acusada de un asesinato que no cometió, es comprensible que Knox quiera volver a contar su historia una vez más y "recuperar" su narrativa.

Durante la última década, una ola de documentales, podcasts y dramatizaciones de la cultura pop ha ayudado a mujeres famosas a hacer lo mismo, arrojando nueva luz sobre celebridades de la década de 1990 como Britney Spears , Pamela Anderson, Monica Lewinsky y Tonya Harding, quienes fueron demonizadas públicamente después de los escándalos.

Curiosamente, Lewinsky es productora ejecutiva de The Twisted History of Amanda Knox , junto a la propia Knox, después de haber coproducido en 2021 la miniserie Impeachment: American Crime Story , de Ryan Murphy, donde Lewinsky relató su romance con el entonces presidente estadounidense Bill Clinton desde su perspectiva.

Algunos de estos proyectos, como el de Lewinsky, se realizaron con la participación directa de los personajes retratados; otros, como Pam & Tommy de Hulu, sobre el escándalo sexual de Pamela Anderson.

Como cuestionó Jessica Bennett en el New York Times sobre este subgénero de producciones de “reapropiación narrativa”.

No es ningún secreto que a los humanos nos encanta consumir espectáculo, y nos encanta aún más cuando involucra mujeres y sexo. Pero ¿en qué punto la representación ficticia de ese espectáculo, y nuestro acto de verlo, se vuelve tan mala como ver el original?

El gol de Knox

Knox declaró que la serie busca destacar que el verdadero asesino fue Rudy Guede, lo cual es válido. Guede tuvo un juicio rápido y fue condenado por el asesinato fuera del ojo público, sin estar sujeto al mismo intenso escrutinio mediático que Knox.

En una entrevista reciente con la revista Newsweek, Knox declaró: «A nadie le importa el tipo que asesinó a mi compañera de piso. Creo que dice mucho de lo que ocurría en aquel momento, y de lo que siempre ha ocurrido con este caso, que es la idea de que nunca se trató realmente de Meredith... La verdad sobre lo que le ocurrió y la verdad sobre la persona que cometió el crimen se han perdido por completo en favor de una historia escandalosa».

Aun así, la dramatización es errónea. Esta historia tiene dos víctimas, pero al centrar la atención en las experiencias de Knox, termina relegando la muerte de Kercher a un segundo plano, comprometiendo el delicado equilibrio de un caso en el que una de las víctimas no pudo contar su versión de los hechos.

Los dos últimos episodios, llenos de egocentrismo, lo ponen de manifiesto. Gran parte del tiempo en pantalla se dedica a escenas exageradas en las que Knox se reúne con su fiscal, Mignini (Francesco Acquaroli), en una iglesia de Italia para confrontarlo sobre su convicción de que ella cometió el crimen.

Sorprendentemente, este encuentro tuvo lugar en Perugia en 2022. En la serie, melodramáticamente, Mignini termina llorando y diciendo al cielo: «Dios ve que ambos sufrimos».

Incluso en el breve homenaje a Kercher al final de la serie (un montaje estilo video casero de la joven (interpretada por Rhianne Barreto) sonriendo, riendo y divirtiéndose en Italia), Knox vuelve a ser el foco principal.

En una narración en off, ella dice: "Fue el destino que Meredith estuviera en casa esa noche y yo no. Tuve suerte".

Luego continúa: «Odio tener que rebuscar en una década de mi trauma solo para encontrar recuerdos de ella. Nunca tuve la oportunidad de lamentar verdaderamente su muerte... Voy a regresar. Estoy de luto por los dos».

Se puede argumentar que el hecho de que la hermana de Kercher —hablando en nombre de la familia— no quisiera involucrarse en la producción debería haber llevado a Knox, Lewinsky y otros responsables a cuestionar el proyecto y si no se hizo a expensas de la otra víctima igualmente agraviada.