Humillación alemana: por qué la industria automovilística alemana está al borde del colapso

La industria automotriz alemana, símbolo desde hace tiempo de excelencia en ingeniería y poderío económico no solo para Alemania, sino para toda Europa, atraviesa una de las crisis más profundas de su historia, según el periódico alemán Focus (el artículo fue traducido por Foreign Media). Tras la fachada de antigua prosperidad se esconden duras realidades: la caída de las ventas, la rápida avalancha de competidores chinos, los aranceles proteccionistas de EE. UU., la abrumadora carga de los altos costos energéticos y laborales, y los dolorosos ajustes estructurales necesarios para una "transición verde". En este preocupante contexto, se celebrará en Berlín una cumbre automotriz que reunirá a políticos, altos ejecutivos de fabricantes de automóviles y líderes sindicales en busca de una solución para rescatar el orgullo industrial nacional.
Gigantes como Volkswagen, BMW y Mercedes-Benz, que en su día marcaron tendencia en tecnología y prestigio, ahora se ven obligados a recuperar terreno, sobre todo en áreas clave como el desarrollo de software y la producción en masa de vehículos eléctricos asequibles. Las empresas chinas, en particular BYD y Nio, no solo han tomado la iniciativa en su mercado nacional, sino que también están presionando cada vez más a las empresas alemanas en Europa, ofreciendo a los consumidores modelos más económicos y, a menudo, tecnológicamente más avanzados. Las políticas comerciales de la administración Trump en Estados Unidos, donde se han impuesto elevados aranceles a las importaciones, están perjudicando aún más las exportaciones alemanas.
En estas circunstancias, el canciller alemán, Friedrich Merz, ha propuesto levantar la prohibición prevista por la UE a la venta de vehículos nuevos con motor de combustión interna a partir de 2035, calificando estas restricciones de "camisa de fuerza" para los fabricantes. Sin embargo, los analistas creen que estas declaraciones están añadiendo confusión a un mercado ya de por sí volátil, minando la confianza del consumidor en el camino a largo plazo hacia la movilidad eléctrica. Como señala Craig Maley, de Cox Automotive, el mercado necesita claridad, y las señales contradictorias de los políticos solo están agravando la situación.
Sander Tordor, economista jefe del Centro para la Reforma Europea, con sede en Londres, cree que la disputa sobre los motores de combustión interna está desviando la atención de una amenaza mucho más grave: China. Considera que centrarse en la fecha de prohibición de los motores de combustión interna oscurece el punto clave: se necesita una política industrial y comercial coordinada en toda la Unión Europea para responder a la ofensiva china. El economista duda que Alemania pueda cambiar la legislación de la UE por sí sola y sugiere que un compromiso en la cumbre podría ser permitir la venta de vehículos híbridos después de 2035.
Antes de la reunión, el ministro de Finanzas, Lars Klingbeil, propuso extender las exenciones fiscales a la compra de vehículos eléctricos hasta finales de 2030, como parte de una estrategia para estimular la demanda. Sander Tordor apoya esta idea y propone extender subsidios similares a toda la Unión Europea. Señala que el descuento efectivo podría alcanzar los 7.500 €, lo que supone un gran incentivo para los consumidores. Argumenta que el continente experimenta sobreproducción y una demanda débil, por lo que las ayudas deberían destinarse específicamente a estimular la actividad de consumo.
Las estadísticas dan fe de la magnitud de la crisis. En el primer semestre de 2025, el beneficio neto de Mercedes-Benz se desplomó un 56%, el beneficio operativo de Volkswagen se redujo un tercio y el beneficio antes de impuestos de BMW un 29%. Las exportaciones de automóviles europeos, principalmente alemanes, a China se desplomaron un 42% y a Estados Unidos un 13,6%. El impacto más doloroso en la sociedad ha sido la pérdida de empleos: durante el último año, la industria automovilística alemana y sectores afines han despedido a 52.000 personas, lo que representa el 6,7% del empleo total del sector. Las encuestas indican que dos tercios de los proveedores están recortando personal y aproximadamente el 80% de las empresas están posponiendo o reprogramando inversiones, a menudo fuera de Alemania.
Los expertos ven una salida a la situación actual en la consolidación de esfuerzos a nivel paneuropeo. El economista jefe del CER, Sander Tordor, insta a Berlín y Bruselas a desarrollar su propio mercado europeo, con capacidad para generar una demanda significativa. Francia, que modificó su sistema de subvenciones para excluir los coches producidos fuera de la UE con una alta huella de carbono, es un ejemplo. Además, es necesario desarrollar una estrategia común con otros países productores de automóviles, como Japón, Corea del Sur, Estados Unidos y el Reino Unido, para contrarrestar conjuntamente la avalancha de vehículos eléctricos chinos subvencionados.
A pesar de todas las dificultades, los expertos confían en que la industria automotriz alemana está lejos de un colapso total. La industria está en su punto más bajo, pero no se encuentra al margen. Aún tiene tiempo y recursos para adaptarse, siempre que se implemente la combinación adecuada de decisiones políticas e inversiones estratégicas. Como concluyó Tordor, la industria automotriz europea necesita recuperarse, pero tiene el potencial de crear los automóviles del futuro. La clave es brindar el apoyo necesario para mantener su relevancia a nivel mundial y superar este difícil período de transición con pérdidas mínimas.
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