Desembarco de Alhucemas: la operación anfibia de España en Marruecos que asombró al mundo
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Cuando la flota anglo francesa apareció en el Estrecho de los Dardanelos el 18 de marzo de 1915, hacía al menos dos años que el plan de una operación anfibia en el norte de Marruecos, elaborado por el general Francisco Gómez-Jordana dormitaba en los cajones del Alto Estado Mayor del ejército español. Mientras que el desembarco aliado en Turquía se fue improvisando tras el fracaso del primer plan del entonces Lord del Almirantazgo, Winston Churchill, que consistía en una ataque naval que no lograría su objetivo, el ejército español había estudiado con detenimiento la posibilidad del desembarco en el Protectorado del Rif, cuestión que continuó con nuevos planes elaborados en 1921 y 1922 y que heredó el hijo de Jordana, futuro ministro de Asuntos Exteriores y también general Francisco Gómez-Jordana, que en 1925 sería el estratega de todo el plan.
La operación anfibia en Marruecos había dando muchas vueltas y se había convertido en una de esas obsesiones de unq parte del ejército, que se había ido posponiendo por la pesadilla que suponía la campaña militar contra las cabilas rebeldes de los rifeños. No ayudaba mucho tampoco el estrepitoso fracaso precisamente de la operación del Estrecho de los Dardanelos anglo francesa de la Primera Guerra Mundial: entonces sus tropas no avanzaron mucho más allá de la playa y la denominada Batalla de Galípoli se estancó en una guerra de trincheras como la de Europa, que era justo lo que se quería evitar.
La sombra del fracaso de Galípoli era de hecho la mayor preocupación del ejército y del dictador Miguel Primo de Rivera, lo que no impidió que lo primero que hiciera de todo, en previsión de un posible desembarco, fuera comprar precisamente a los británicos las barcazas tipo K que habían utilizado en el desembarco de los Dardanelos en 1915 y que en 1924 estaban cogiendo moho y carcoma en la base de Gibraltar. Primo de Rivera las compró un año antes de que se aprobara finalmente el desembarco conjunto con Francia y eso a pesar de no estar convencido de un plan que trató de minimizar hasta el último momento. Esto último lo cuenta Javier García de Gabiola en
La historia de la presencia española se malinterpreta a menudo, como cuando la ministra de Defensa, Margarita Robles, ordenó cancelar los actos conmemorativos del Desembarco de Alhucemas, "por no molestar a Marruecos". La realidad es que durante el periodo del Protectorado, España estaba en Marruecos con el visto bueno del sultán, aunque Javier García matice que "inicialmente está coaccionado con la situación, porque es verdad que en Marruecos se impone un protectorado por las potencias europeas, pero el sultán se enfrenta a una serie de rebeliones, es entonces cuando intenta que las potencias europeas que están administrando el protectorado –que más que administrar es proteger los intereses de las inversiones españolas y francesas en la zona– le defiendan a él de las rebeliones. Lo que está claro es que Marruecos está a favor del desembarco conjunto y le viene bien".
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Es imposible también entender la historia del siglo XX de España sin conocer los acontecimientos de una campaña que duró demasiado, costó muchas vidas y que tuvo además un peso extraordinario en la política del país. El Rif se enquistó en las entrañas de España por las implicaciones que tuvo la campaña militar: fue una de las causas principales del golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923 y estuvo por tanto en el centro de una secuencia de acontecimientos que significaron, sucesivamente, el fin del sistema parlamentario de la Restauración, el desprestigio de la Monarquía –por el apoyo a la dictadura– y el triunfo del movimiento republicano a la postre en 1931. Marcó además profundamente a la sociedad y al ejército, que de hecho se fracturó prácticamente en dos grupos, entre los llamados junteros y los africanistas, y que en el segundo caso fueron los protagonistas, con muy pocas excepciones, de la rebelión del 18 de julio de 1936 que provocaría la Guerra Civil. África no fue solo el campo de batalla de los jóvenes oficiales que ascendieron meteóricamente en el escalafón por méritos de guerra, como fueron los casos de Francisco Franco o Enrique Varela, sino también el escenario para que una idea de España romántica basada en la pasada gloria imperial prenda en la cabeza de los africanistas. "Hay un grupo de militares que han luchado en la guerra, que han llevado a cabo operaciones reales de combate, y que forjan una serie de lazos de camaradería tremendos" apunta Javier García de Gabiola,"y todos estos oficiales, más allá de la experiencia vital, han creado también unos lazos ideológicos de forma que es cierto que la Guerra del Rif crea a una generación que es la misma que decide rebelarse después contra la II República".
El libro se detiene con mucho detalle en todas las fases y desarrollo de las operaciones militares de la contienda y no tanto en las consecuencias y sucesos de la Península, pero es precisamente la historia puramente militar la que puede explicar por qué en la misma campaña y con apenas cuatro años de diferencia se producen dos acontecimientos tan dispares como los son el del Desastre de Annual, que es un episodio trágico e incluso humillante para el ejército de España y el del Desembarco de Alhucemas, que es en cambio reconocido ya en su momento como una gran operación, bien diseñada y bien ejecutada ¿No era el ejército de Marruecos un nido de corrupción además de estar deficientemente preparado y dotado?
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"Ha habido exageraciones con esa visión porque lo cierto es que el ejército de España no era especialmente corrupto, ni chapucero, como se ha querido mostrar en ocasiones. Lo que se puede decir es que hasta Annual las unidades españolas eran unidades de reemplazo, luego había unas tropas ligeramente mejor entrenadas que eran los regimientos de cazadores y por último estaba la policía indígena que también era un poco más eficaz, pero claro, eran tropas de reemplazo, sin embargo, en la guerra estaban entrenadas. Luego además hay un tema muy importante que se pasa por alto, y es que es que al principio de la guerra, hasta el año 20 o 21, los militares dirigen las operaciones, pero las instrucciones y la ratificación no las reciben directamente del Estado Mayor, eso lo descubre Valeriano Weyler después del Desastre de Annual, sino que son directamente los políticos, como el ministro de Defensa el Vizconde de Eza, los que están dando instrucciones sobre las zonas que deben ocupar y cómo proceder".
Javier no menciona en cambio en la conversación al rey Alfonso XIII, que es el que más veces ha sido señalado como responsable de darle órdenes a Manuel Fernández Silvestre, órdenes que habían supuesto avanzar irresponsablemente hasta Annual sin tener en cuenta que muchos blocaos o pequeñas fortificaciones carecen de suministros o de fuentes cercanas para llevar a cabo la básica aguada. Es lo que ocurre por ejemplo en la posición de Monte Igueriben en el verano de 1921, cuando el 17 de julio las tropas de Abd el Krim sitian la posición. Los soldados españoles, unos 350, se ven obligados a beber la sangre, la tinta y los orines hasta que acaban las municiones. El 21 de julio el comandante Julio Benítez transmite un último mensaje por el heliográfo: "Solo quedan doce cargas de cañón que empezaremos a disparar para rechazar el asalto. Contadlas y al duodécimo disparo, fuego sobre nosotros, pues moros y españoles estaremos envueltos en la posición".
La caída de Monte Igueriben era sólo el preludio de la debacle de todo el frente occidental del ejército español en el protectorado del Rif: la posición de Annual, en donde se encontraba el grueso del ejército y que dirigía el general Manuel Fernández Silvestre de la comandancia de Melilla, no había podido socorrer a los hombres de Bénitez en Igueriben porque en realidad ellos mismos no estaban mejor: poco después de ese dramático mensaje, Fernández Silvestre comprende que en la posición de Annual están también a punto de ser totalmente rodeados en proporción de una a cinco.
El pánico general del día siguiente, cuando se intenta la retirada hacia Melilla y que acaba en desbandada, agrava aún más la situación: el ejército destacado en Annual, deshecho y sin apenas liderazgo, es hostigado constantemente durante una penosísima huida por los valles del Rif, tratando de alcanzar Melilla, que no lograrían nunca y apenas protegidos por el Regimiento de Caballería Alcántara. Todavía les faltaba una matanza, dos semanas después, tras haber conseguido refugiarse temporalmente en el fuerte de Monte Arruit a tan sólo 38 kilómetros de Melilla.
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Y nadie fue a socorrerles porque lo cierto es que ni uno sólo de los generales del Estado Mayor se atrevió a desguarnecer Melilla, ya que las tropas de la Península de reserva no llegarían a tiempo, además de no tener ni siquiera una instrucción básica. La mayoría de los supervivientes de Annual fueron asesinados por las tropas rifeñas en Monte Arruit poco después. Los 8.000 muertos en apenas dos semanas dejaban a un ejército deshecho, bajo el foco de los medios y sin capacidad de respuesta, la humillación fue total y se generó también un tsunami político, que acabaría por provocar el golpe de Estado del general Primo de Rivera en 1923. ¿Cómo se pudo entonces dar la vuelta a la tortilla? ¿Pasar de una situación desastrosa a rematar una gran operación militar?
Es lo que explica Javier García Gabiola en su libro que, sin embargo, se detiene también el los sucesos de Xauen, en donde quizás mueren más soldados que en la retirada de Annual, aunque durante un periodo más largo. "La realidad es que cuando los 3.000 soldados supervivientes de Annual que están en Monte Arruit se rinden a las tropas rifeñas los masacran a todos. Solo se salvan los oficiales", comenta Javier, que incide en que es precisamente el Desastre de Annual lo que cambia al ejército: "Es verdad que España, como diría Napoleón, reacciona como un hombre de honor: empieza a mandar más tropas a Melilla, empiezan a llegar las primeras unidades profesionales como la Legión, el propio general José Cavalcanti, que había vencido a los rifeños en Axdir 10 años antes, se pone de nuevo al frente de las operaciones...Siguen siendo soldados de reemplazo, pero lentamente van reconquistando todo lo perdido, reconquistan el Gurugú, entran en Monte Arruit... por otra parte, la Legión, creada en 1920, por Millán Astray empieza a ser más numerosa y Franco empieza a dirigir la vanguardia de las tropas legionarias, que cruzan el río Kert... en fin se produce un cambio clarísimo en el ejército español: lo que antes era un desastre empieza a no serlo".
Todas estas operaciones continúan durante la dictadura de Primo de Rivera, hasta que llega el momento clave, que es el error de Abd el Krim de atacar a los franceses, lo que facilita un entendimiento entre ambos países para lanzar una operación conjunta en 1925 contra su enemigo común. Primo de Rivera es el más reacio a ejecutarla, porque no sólo desconfía pensando en el desastre de Galípoli, sino que incluso cree que una vez desembarcadas las tropas y después de que se hubieran asegurado una serie de objetivos, lo deseable era negociar con Abd el Krim. Sin embargo, finalmente cede ante el mariscal Petain y se organiza rápidamente la operación anfibia ¿Por qué se tarda poco? Porque como explica Javier García de Ganiola "es una operación brillantemente ejecutada y planificada en la que los españoles prácticamente improvisan, debido a que hay un trabajo previo de España por parte del Alto Estado Mayor, que llevaba años planificando ese desembarco. Entonces, cuando se dan las circunstancias adecuadas, es muy fácil y en muy poco tiempo realizar ese desembarco".
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La realidad es que se tiene aprendidas las lecciones de Galípoli y se intentan evitar que las tropas se quedaran arrinconados junto a la costa como en 1915 e intentan romper el frente, se usa gas mostaza, fuego de apoyo, fuego naval... La operación será estudiada varios años después por Eisenhower para la preparación del desembarco de Normandía, porque según Javier "es la primera operación anfibia en la que dos países distintos aportan sus medios para luchar. Está perfectamente coordinada, cronometrada y planificada. Y, de hecho, fue un éxito que todo el mundo contempló en su época".
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