Justicia y castigo: cómo romper la cadena del sufrimiento

Una nueva idea de justicia
Lo que se necesita es una “conversión total” de la ideología y de la cultura que oriente a la política y a toda la clase dominante a ejercer la “Justicia” como mayor defensa de la sacralidad de la vida, garantía del equilibrio social, protección de los más débiles y de la libertad.

Este artículo es un bello texto introductorio al debate titulado “Verdad y Reconciliación” que tendrá lugar en Roma el 20 de mayo, de las 15.00 a las 19.00 horas, en la Sala del Refettorio de la Cámara de los Diputados, en Via del Seminario 76. Indica una posible reforma que preludia una idea de justicia que no castiga y separa, sino que reconcilia y repara.
Con la toma de posesión de cada nuevo Gobierno, hemos esperado que la “Justicia” se convirtiera en el centro de un proyecto innovador revolucionario que curara sus inaceptables disfunciones y que iniciara un camino de eficiencia, equidad y modernidad digno de un Estado democrático inspirado en la protección de los derechos fundamentales y comprometido con la defensa del futuro de las generaciones. Incluso con este Gobierno esperábamos que terminara el conflicto temerario entre “castas de poder ”, entre ideologías ya obsoletas y individualismos cínicos. En vano. No hay reforma orgánica. Algunas leyes represivas y mucha confusión.
El nivel de civilización de un Estado se mide juzgando la imparcialidad de su “sistema de justicia” . La calidad de la democracia se expresa a través de las formas de garantía de los derechos fundamentales de la persona y de la vida de todos sus ciudadanos, incluidos los detenidos en las cárceles. La sociedad humana no es perfecta. Nunca lo fue. Sin embargo, hoy viajamos en el espacio, entre planetas y estrellas, penetramos en los misterios del microcosmos, entre átomos y neutrinos, generamos “ monstruos tecnológicos”, como la Inteligencia Artificial . Estamos en camino de revolucionar toda regla social y todo modelo de organización estatal, pero aún vivimos sometidos a un “ sistema de injusticias” que causa daños irreparables a la existencia individual y colectiva, que “produce” millones de pobres y encierra en cárceles inhumanas a mujeres y hombres demasiado a menudo inocentes.
Hay un mundo oscuro, hecho de oscuridad del alma y de la mente, un desierto de existencia, un lugar de dolor y segregación, donde la "sociedad organizada" , por vergüenza y miedo, intenta ocultar las causas devastadoras de la violencia que surge de la miseria de sus periferias humanas al definirla, con elegancia conformista y falsa modestia, como " desviación social ". Pero si realmente queremos encontrar curas eficaces para sanar el “ mal necesario” que atormenta el camino humano, es imprescindible penetrar en el corazón enfermo de nuestras comunidades y explorar esta árida tierra fronteriza donde una parte de la humanidad vive abandonada y donde se esconden los aspectos menos nobles de la conciencia y de la existencia. Debemos enfrentar sin hipocresía los males ocultos y obvios de nuestras democracias y desafiar la incompetencia secular de la burocracia estatal si queremos encontrar soluciones innovadoras en la gestión del sistema judicial y crear caminos no convencionales en la formación y aplicación de las leyes. Se necesitan métodos adecuados para hacer del cumplimiento de la pena un auténtico «viaje de redención» para el preso a través de su recuperación moral y civil. Sólo la creación de un camino que permita la redención personal del condenado puede saldar la deuda social y compensar, al menos en parte, el daño causado.
Sólo la acción subsidiaria de un poderoso movimiento reformista podrá despertar las conciencias adormecidas del poder político y de los ciudadanos revelando los lados oscuros de una democracia incompleta e interpretando las perspectivas "revolucionarias" que ofrece al futuro de las generaciones el naciente milenio. Hay que superar la lógica estéril entre garantes y justicialistas y romper el silencio sobre los males que se esconden en la oscuridad de la conciencia individual y colectiva. Una cadena ininterrumpida de errores judiciales, juicios injustos, violencia carcelaria y sufrimiento humano une distintas épocas y distintos regímenes, hasta el punto de aprisionar a toda la sociedad organizada en un sistema incapaz de renovarse y de garantizar a todos una Justicia justa y una Libertad inviolable.
Debemos penetrar en las " prisiones del hombre" , visibles e invisibles, estudiando y analizando la oscuridad del alma, el vínculo entre sufrimiento y solidaridad, entre dolor y ascetismo, entre falta de libertad y crimen, entre crimen y arrepentimiento, entre castigo y justicia, sin olvidar nunca la defensa de los derechos de la persona, la protección de la dignidad, la atención y el cuidado hacia las víctimas y las familias de quienes han sufrido violencia. Pero para ello se necesita una “conversión total” de la ideología y de la cultura que oriente a la política y a toda la clase dirigente a ejercer la “Justicia” como mayor defensa de la sacralidad de la vida, garantía del equilibrio social, protección de los más débiles y de la libertad.
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