Trump resucita teorías no científicas que vinculan el paracetamol con el autismo; organizaciones lo niegan

El presidente estadounidense , Donald Trump, volvió a recurrir a teorías conspirativas cuando, en una conferencia de prensa en la Casa Blanca, vinculó los diagnósticos de autismo en niños con el uso de paracetamol durante el embarazo. La hipótesis, repetida por el republicano, carece de fundamento científico, según las autoridades sanitarias mundiales.
Trump declaró que la FDA (la agencia reguladora equivalente a Anvisa) está considerando cambios en el etiquetado de Tylenol, la marca más popular del medicamento en el país. La farmacéutica Kenvue, fabricante del producto, respondió de inmediato: "No hay base científica" para las afirmaciones. Tras las declaraciones del presidente, las acciones de la compañía fluctuaron.
La respuesta internacional fue rápida. La Organización Mundial de la Salud (OMS) enfatizó que no hay evidencia que respalde esta teoría. «La investigación existente sigue siendo inconsistente», declaró el portavoz Tarik Jašarević. La Agencia Europea de Medicamentos y la autoridad reguladora del Reino Unido también reafirmaron que el paracetamol sigue considerándose seguro durante el embarazo, siempre que se use en dosis moderadas y con frecuencia. El riesgo conocido, señalan, es la sobrecarga hepática, no las malformaciones ni el autismo.
Lo que dicen los estudiosLas declaraciones de Trump se hacen eco de estudios ya cuestionados por la comunidad científica. Un estudio danés de 2015 sugirió un riesgo 50% mayor de autismo entre los hijos de mujeres que usaron paracetamol durante el embarazo. En 2025, una revisión de unos 40 estudios publicada en la revista Environmental Health reforzó esta hipótesis. Sin embargo, ambos estudios han sido criticados por sus deficiencias metodológicas y su incapacidad para demostrar causalidad.
Más recientemente, un estudio sueco publicado en 2024 en JAMA analizó factores genéticos y familiares y concluyó que no existe asociación entre el paracetamol durante el embarazo y un mayor riesgo de autismo, TDAH o discapacidad intelectual. El consenso científico actual es que la evidencia de una correlación sigue siendo débil.
Supuesta 'cura'Trump también mencionó la leucovorina, una forma activa del ácido fólico, como posible tratamiento para el autismo. Esta sustancia ya se utiliza en terapias contra el cáncer, pero sus efectos en el espectro autista aún no se han demostrado en estudios sólidos. Hasta el momento, los ensayos clínicos son pequeños y no concluyentes.
Las vacunas en el punto de miraJunto a Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud de su administración y figura conocida por su postura antivacunas, Trump aprovechó la rueda de prensa para abogar por cambios en el calendario de vacunación infantil y reiterar la falsa idea de que las vacunas causan autismo.
La OMS reaccionó con vehemencia. «Las vacunas salvan vidas. Lo sabemos. Las vacunas no causan autismo», declaró Jašarević. El portavoz también advirtió que posponer o modificar los calendarios de vacunación sin base científica aumenta significativamente el riesgo de brotes, afectando no solo a los niños, sino a toda la comunidad.
El autismo, señalan los expertos, es un trastorno del desarrollo neurológico —el trastorno del espectro autista (TEA)— que se manifiesta de diversas formas y cuyos orígenes están vinculados a factores genéticos y ambientales complejos. Ningún estudio hasta la fecha ha establecido una relación causal entre las vacunas y el TEA.
(con información de AFP)
CartaCapital