Carta de Maduro a la Casa Blanca: defensa y propuesta de diálogo

Las acusaciones de Estados Unidos contra Nicolás Maduro, presentado como líder de un narcoestado, plantean más de una pregunta. Ante la creciente amenaza de agresión de Washington, el presidente venezolano optó por responder con una carta dirigida a la Casa Blanca. Aquí comienza la historia que analizamos a continuación.
Las acusaciones de EE.UU. y la construcción del “narcoestado”Durante más de veinte años, Venezuela ha estado en el centro de una narrativa que la presenta como cómplice de los cárteles de la droga. Agencias estadounidenses alegan vínculos entre el gobierno de Maduro, la guerrilla colombiana de las FARC y una estructura paralela conocida como el Cártel de los Soles , supuestamente formada por militares venezolanos corruptos.
Los cargos no son triviales: el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha acusado a Maduro de narcoterrorismo y ha ofrecido una recompensa multimillonaria por información que conduzca a su captura. Esto se ve agravado por informes del Congreso y agencias como la DEA que describen a Caracas como un centro crucial para el tráfico de cocaína hacia Norteamérica.
Pero ¿cuánto de esta narrativa está verificada?
Críticas y datos de la ONUUn análisis reciente republicado aquí – VP News – Vietato Parlare (“El narcoengaño venezolano: Datos de la ONU contra la propaganda”) cuestiona la acusación. El Informe Mundial sobre Drogas 2025 de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) no incluye a Venezuela entre los principales países productores o traficantes de cocaína.
Los datos muestran una situación diferente: solo alrededor del 5% de la droga producida en Colombia transita por territorio venezolano , mientras que la mayoría toma otras rutas, en particular Ecuador. Además, según Caracas, el 70% de esa minoría es interceptada y destruida.
La figura del " Cártel de los Soles " también resulta controvertida. A pesar de su frecuente mención en medios occidentales, no se menciona explícitamente una organización centralizada con ese nombre en los informes de la ONU. El exdirector de la UNODC, Pino Arlacchi, ha enfatizado repetidamente que se trata más de una construcción narrativa que de una realidad comprobada.
Las críticas, por tanto, no prueban que las acusaciones sean completamente infundadas, pero sí muestran hasta qué punto los datos están abiertos a la interpretación, hasta qué punto las fuentes son controvertidas y cómo la retórica estadounidense corre el riesgo de adquirir una fuerte connotación política.
Este punto es crucial: no se trata de una disputa trivial. Aunque la diferencia pueda parecer sutil, marca la frontera entre iniciar una guerra y abrir negociaciones.
La carta de MaduroEn este clima, Maduro optó por una contramedida diplomática. En una carta fechada el 6 de septiembre y publicada el 20, rechazó rotundamente las acusaciones estadounidenses , calificándolas de "noticias falsas" orquestadas para justificar nuevas sanciones y una posible acción militar.
El presidente venezolano enfatizó el compromiso de su gobierno con la lucha contra el narcotráfico: patrullajes aéreos y navales, el despliegue de decenas de miles de soldados y la colaboración con las autoridades regionales. Reiteró que solo una pequeña parte de la cocaína colombiana pasa por Venezuela y que gran parte de ella es neutralizada.
El punto más significativo de la carta es el inicio de un diálogo directo con Richard Grenell, enviado especial de Trump . Maduro propone una discusión franca e inmediata para evitar que las mentiras arrastren al continente hacia un conflicto catastrófico . Esto no es, por lo tanto, un gesto de debilidad, sino más bien el deseo de abrir una vía diplomática alternativa a la amenaza armada.
La reacción de la Casa BlancaLa respuesta estadounidense no dejó margen de maniobra: la portavoz Karoline Leavitt calificó la carta de "llena de mentiras" y reiteró que la postura de Estados Unidos permanece inalterada . Para Washington, el gobierno de Maduro sigue siendo ilegítimo y responsable del narcotráfico. Trump, al ser preguntado sobre el asunto, se limitó a un lacónico "ya veremos qué pasa con Venezuela", insinuando que no había margen para concesiones.
De hecho, la puerta a la negociación sigue cerrada.
Entre la retórica y la realidad: una comparación necesariaLo que emerge es un panorama multidimensional. Estados Unidos utiliza la narrativa del "narcoestado" para justificar sanciones e intervenciones, mientras que Caracas la rechaza con datos y llama al diálogo . Mientras tanto, informes de la ONU y análisis independientes como el de Arlacchi desmienten muchas de las certezas estadounidenses, demostrando que Venezuela no es el centro neurálgico del tráfico de cocaína .
Esta divergencia no es insignificante. Si fuera cierto que Caracas es el corazón del narcotráfico, la línea dura estadounidense estaría justificada. Pero si los datos muestran un papel marginal, la narrativa del "narcoestado" parece más una herramienta política que un análisis objetivo.
Riesgo de escalada y apalancamiento geopolíticoEl riesgo de escalada no es remoto . En los últimos meses, la Armada de Estados Unidos ha intensificado sus operaciones en el Mar Caribe , aparentemente para combatir el tráfico ilícito. Algunas embarcaciones sospechosas han sido destruidas, incidentes que Caracas denuncia como preludio de una operación mayor contra el país.
La dimensión geopolítica agrava aún más la situación. Venezuela posee las mayores reservas de petróleo del mundo y, al mismo tiempo, está fortaleciendo sus lazos con Rusia y China. Hace unos días, se aprobó un Tratado de Asociación Estratégica con Moscú, que prevé cooperación económica y militar, acompañada de ejercicios conjuntos en los que se han utilizado aviones rusos Su-30. Pekín, por su parte, continúa garantizando apoyo financiero e inversión, fortaleciendo una relación que Washington observa con creciente preocupación.
En este contexto, el narcotráfico se presenta no solo como un problema de seguridad, sino también como una herramienta de presión geopolítica . Una herramienta útil para presionar a Caracas en asuntos energéticos, diplomáticos y militares que, en otras circunstancias, Washington probablemente habría abordado con menos agresividad.
Pero en realidad, esto no está sucediendo. Trump fue muy duro con las Naciones Unidas:
Trump acaba de denunciar al régimen de narcotráfico de Nicolás Maduro… con los delegados venezolanos sentados frente a él, obligados a escuchar.
Luego soltó la frase que hizo que la sala se quedara en silencio:
"Te volaremos de la existencia."
No les gustó ni un poquito.
“Hemos… pic.twitter.com/yHMjP1bLgs
— Vigilant Fox (@VigilantFox) 23 de septiembre de 2025
Cabe recordar, sin embargo, que entre las medidas adoptadas por Estados Unidos se encuentra la decisión de ofrecer una recompensa multimillonaria por la captura de Nicolás Maduro. Esta acción plantea serias preocupaciones desde el punto de vista del derecho internacional: ofrecer una recompensa por un jefe de Estado en funciones, aún reconocido como tal por las Naciones Unidas y una parte significativa de la comunidad internacional, viola el principio de inmunidad soberana de los jefes de Estado y el principio fundamental de no injerencia en los asuntos internos de los Estados, consagrado en la Carta de las Naciones Unidas (artículos 2.1 y 2.7).
En la práctica internacional, la responsabilidad penal personal de un jefe de Estado solo puede exigirse mediante instrumentos multilaterales reconocidos , como el Consejo de Seguridad de la ONU o la Corte Penal Internacional . Esto es diferente con los tribunales ad hoc creados tras guerras o genocidios (Yugoslavia, Ruanda), pero siempre dentro del marco jurídico internacional y no mediante medidas unilaterales. Estados Unidos, sin embargo, actuó unilateralmente, eludiendo todos los órganos de justicia internacional.
Esta decisión sienta un precedente problemático: de aceptarse, cualquier país podría teóricamente "premiar" la captura de un jefe de Estado rival, transformando la política internacional en una cacería del enemigo sin reglas compartidas. No sorprende que juristas y observadores hayan criticado la medida estadounidense por ser contraria al derecho internacional consuetudinario y peligrosa para la estabilidad de las relaciones internacionales.
El uso interno del asunto por parte de MaduroEn el ámbito nacional, Maduro explota las acusaciones estadounidenses como palanca política. Al presentarse como víctima de una agresión externa, refuerza su imagen de líder patriota, moviliza milicias civiles y llama a la población a la unidad nacional. Cada ataque de Washington se convierte en una oportunidad para consolidar el consenso interno, justificar medidas de seguridad más estrictas y desviar la atención de las dificultades económicas y sociales del país.
Reacciones regionales: un continente divididoA nivel regional, el asunto divide a los gobiernos. Algunos, como Trinidad y Tobago , aceptan o apoyan la presencia militar estadounidense como medida disuasoria contra la delincuencia, a pesar del temor a las consecuencias para la población civil. En Colombia , el presidente Gustavo Petro ha criticado los métodos de Washington, calificándolos de ineficaces y peligrosos. Otros países, en particular los de la coalición ALBA —Cuba, Nicaragua y Bolivia— defienden abiertamente a Caracas, condenando la militarización estadounidense y denunciándola como injerencia.
ConclusiónEl juego sigue abierto. La carta de Maduro tiene el mérito de trasladar el conflicto de un plano puramente militar a uno diplomático, pero el cierre estadounidense deja pocas esperanzas. A pesar de ello, no se puede ignorar la divergencia entre las versiones estadounidense y venezolana, y los datos internacionales.
No se trata de una cuestión de sutilezas. Aquí está en juego una distinción crucial: creer en la narrativa de un "narcoestado" que necesita ser derrocado o reconocer que el problema del narcotráfico, si bien real, se utiliza como herramienta política. Una distinción que, aunque sutil, define el umbral entre la escalada de una guerra y la posibilidad de negociación.
Latinoamérica observa con aprensión. Si prevalece la confrontación, el continente corre el riesgo de convertirse en escenario de un conflicto disfrazado de guerra contra las drogas. Si se abren los canales diplomáticos, la carta de Maduro podría marcar el inicio de una desescalada.
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Referencias sobre la “recompensa por la cabeza de Maduro”: Nota legal – Inmunidad de los jefes de Estado y límites a las acciones unilaterales-
Carta de las Naciones Unidas
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Art. 2(1): igualdad soberana de todos los Estados.
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Art. 2(7): prohibición de injerencia en los asuntos internos.
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Inmunidad de los jefes de Estado
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Según el derecho internacional consuetudinario y la jurisprudencia de la Corte Internacional de Justicia ( Orden de Arresto de 2002, caso Congo contra Bélgica), los jefes de Estado en funciones gozan de inmunidad penal absoluta ante tribunales extranjeros.
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Responsabilidad penal internacional
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Sólo puede determinarse a través de tribunales internacionales (CPI o tribunales ad hoc creados por el Consejo de Seguridad de la ONU).
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No existe ningún precedente legítimo para “recompensas” unilaterales a jefes de Estado reconocidos.
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En este sentido, la decisión estadounidense de colocar una recompensa por la captura de Nicolás Maduro es considerada por la jurisprudencia prevaleciente como una medida incompatible con el derecho internacional , porque viola la inmunidad soberana y corre el riesgo de legitimar prácticas arbitrarias de cualquier país.
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