La libertad de las religiones

Las libertades religiosas se vuelven arma arrojadiza en la arena política en menos que canta un gallo. Abordarlas es meterse en un jardín. Da pereza. Especialmente al partido de turno en el gobierno. Derechas e izquierdas se limitan a venderlas en blanco o negro, sin matices ni análisis de sus consecuencias en las libertades ajenas. Y no estamos hablando de la matanza del cordero, que cuenta ya con una ley clara a la que todo el mundo ha de atenerse llegado el día de la festividad musulmana: solo se puede realizar bajo control sanitario y en un matadero autorizado.
Una mujer con velo pasa junto al cartel de una representación católica días atrás en Jumilla
Juan Carlos CavalNo, el asunto de las libertades religiosas no se circunscribe a lo que los feligreses de determinada religión tienen permitido celebrar en un país aconfesional como España. Es una cuestión que va mucho más allá y que tiene que ver con la libertad que se otorga a esos credos para poner en práctica su sistema político paralelo en países democráticos e igualitarios, aún a riesgo de colisionar con las leyes de igualdad que tanto le ha costado implementar a la izquierda en España.
Derechas e izquierdas se limitan a venderlas en blanco o negro, sin matices ni análisis de sus consecuencias en las libertades ajenasLa dejación de funciones político-legislativas sobre temas espinosos como el uso del velo en las escuelas y los espacios públicos va camino de convertirse en la mayor irresponsabilidad de la izquierda progresista, pues en cualquier momento va a ser utilizado como palanca de cambio por la extrema derecha. No importa si esta no se ha distinguido por su gran interés en las políticas feministas.
Una cuestión como el velo que permite que en este país coexista un sistema religioso-político que perpetúa el sometimiento social de niñas y mujeres, tanto en el espacio público como en el privado, y da permiso tácito para sojuzgarlas ad aeternum por su decoro y virtud, es un polvorín que alimenta posturas extremistas. ¿Hay intención de reflexionar al respecto más allá del mero buenismo o la xenofobia?
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La libertad que las propias religiones se otorgan a sí mismas para coartar la de la ciudadanía puede no tener límites. Y es obligación de un Estado democrático y de derecho abordar determinados dictámenes de esos cultos religioso. No tiene sentido seguir enarbolando, sin ton ni son, la bandera aséptica de las libertades y acusar de amargada a la población que se siente coartada por ellas, incluso en su mero ejercicio de la libertad de expresión.
¿Son intocables las libertades religiosas? En Marruecos, la feminista Ibtissame Lachgar ha sido detenida por subir una foto en las redes llevando una camiseta con la leyenda “Alá es lésbico”, mitad en árabe mitad en inglés. ¿Tenemos claro qué pasaría con ella si blasfemara en nuestro país?
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