Milei en la tele y Macri en Olivos sin milanesas

Sin la compulsión que tenía al uso intensivo de la cadena nacional la ahora condenada y detenida expresidenta Cristina Kirchner, Javier Milei ya demuestra tener mayor inclinación hacia las transmisiones oficiales que sus predecesores Alberto Fernández y Mauricio Macri.
A pesar de que el de anteanoche fue un monótono mensaje técnico de exclusiva defensa macroeconómica del equilibrio fiscal, la audiencia lo acompañó.
Una vez más, Ibope le hizo la gauchada de presentar la suma consolidada del rating de los canales abiertos y de las señales de noticias, sin discriminar por emisora como lo hace habitualmente. Así, difundió un número más que interesante para las habitualmente alicaídas noches televisivas de los viernes: 28,1 puntos en el arranque que, al cabo de los 23 minutos que duró el discurso prolijamente leído a la vieja usanza (no usa Telepromter), apenas bajó a 26,9. No apeló al lenguaje procaz, honrando la promesa que hizo hace unos días de evitar en adelante vocablos groseros.
Lejos del boicot a no verlo, hubo interés masivo en las palabras presidenciales, ya que el encendido que registraban los canales antes y después de la transmisión oficial se mantuvo por debajo del que logró el jefe del Estado. Y eso a pesar de que no hubo anuncio alguno de alivio a los bolsillos ciudadanos como el que tuvieron, por ejemplo, en la inauguración de la Exposición Rural, los productores agropecuarios cuando comunicó las esperadas bajas de las retenciones.
Por lo demás, mantiene en alto su guerra al Congreso, sin entrar en ningún tipo de negociación a pesar de no contar con tropa suficiente para alejarse del peligro cierto de que le volteen los vetos recientes (y los que vienen en camino).
Es de suponer que haya sido solo una metáfora desafortunada su aseveración: “Si quieren volver atrás, me van a tener que sacar con los pies para adelante”. ¿Qué escenario tremebundo imagina Milei? Eso le pasó a Salvador Allende en 1973, tras triunfar el cruento golpe de Estado de Augusto Pinochet.
Milei solo debe cuidarse de no hacer las cosas tan mal, o enemistarse tanto, para evitar que finalmente se arme una mayoría legislativa que intente destituirlo mediante un juicio político. Pero aún de darse ese caso tan extremo, volvería al llano caminando, y la democracia argentina seguiría adelante, salvo que acaricie el sueño fallido del presidente peruano Pedro Castillo que despotricaba contra una “dictadura congresal” y tuvo la mala idea de dar un autogolpe disolviendo el Parlamento, por lo cual fue inmediatamente destituido y detenido.
En la imagen que ofreció desde el Salón Blanco de la Casa Rosada hubo una novedad: en vez de hacerse acompañar, como en anteriores ocasiones, por todo su gabinete, esta vez prefirió ser escoltado exclusivamente por el ministro de Economía y el titular del Banco Central, con sus respectivos segundos.
Forma y fondo armonizados para machacar sobre su exclusiva obsesión: la contención del gasto público, objetivo más que loable y, junto con la reducción notable de la inflación, promesas de campaña que viene cumpliendo, aun (como remarcó) en plena campaña electoral sin hacer las concesiones de antes a los “planes platita” para endulzar a los votantes.
Honrar la promesa de no insultar que hizo el Presidente incluye también no banalizar símbolos consensuados por la sociedad relacionados con las violaciones a los derechos humanos entre 1976 y 1983. Es lo que hizo Cristina Kirchner cuando, en 2009, estatizó la televisación del fútbol diciendo de TyC, que tenía los derechos, que “no es posible que secuestren los goles como antes secuestraron y desaparecieron a 30 mil argentinos”.
“Nunca más”, a pesar de su fuerte a innegable resonancia, no deja de ser una expresión genérica. Totalmente de mal gusto, en cambio, usar la tipografía del libro de la Conadep en una pancarta de campaña de La Libertad Avanza contra el kirchnerismo, con los hermanos Milei detrás avalando junto con otros funcionarios y candidatos uniformados de violeta. Uno de los engamados, Diego Valenzuela, recordó que el kirchnerismo profanó aquel histórico informe al adosar, en la edición de 2011, un prólogo que discutía y malinterpretaba aviesamente al original escrito nada menos que por Ernesto Sabato. Pero aquel mal precedente no mejora ni justifica el uso actual, que abre una polémica innecesaria que ofende a muchos.
En una semana con varias imágenes elocuentes, hubo una “no foto” que se hizo notar: la del acuerdo forzado al que accedió Mauricio Macri con “el jefe” Karina Milei para que en CABA, La Libertad Avanza y el Pro vayan juntos a las urnas. Fue en la residencia de Olivos, con gusto a rendición incondicional, sin ni siquiera un saludito del Presidente. Tampoco hubo milanesas. Solo un poco de agua.

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